El 12 de diciembre se celebra el día mundial de la disfagia, o según Dr. Pere Clavé, “la nueva pandemia del siglo XXI”.

Dicha alteración hace referencia a la dificultad para tragar alimentos sólidos y/o líquidos.

En el anciano, cuando esta alteración de la deglución es consecuencia de los cambios que va experimentado el organismo con el paso de los años, recibe el nombre de Presbifagia. La pérdida de piezas dentarias, los problemas de la salivación, el enlentecimiento motor, la disminución de la masa muscular en la lengua o la faringe (sarcopenia), la pérdida del olfato (anosmia) o del sabor (ageusia) o la decadencia de la coordinación, son factores con lo que nos vamos a encontrar en estas personas. Aproximadamente un 50% de los ancianos institucionalizados padecen un trastorno de la deglución.

Además del factor “edad”, hay otras causas que provocan disfagia: alteraciones o enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer, la Esclerosis Multiple, Ictus, cáncer en la zona de la orofaringe, traumas cráneo encefálicos, radioterapia en la zona… y ahora, el COVID19.

Según indica Clavé, un 53,1% de las personas ingresadas por COVID19 presentaron disfagia, de hecho, afecta al 75% de los pacientes ingresados a partir de los 75 años de edad. Esta patología suele aparecer:

 

  • Tras superar las fases agudas: en estos casos, los pacientes presentan sarcopenia, debilidad muscular, malnutrición o caquexia.
  • En pacientes que han tenido un cuadro respiratorio grave o síntomas neurológicos
  • En aquellos a los que se les ha colocado una sonda nasogástrica o han pasado por una traqueotomía.

 

Clavé refiere que “Si perdemos la capacidad del gusto (síntoma típico del covid) y la percepción en la faringe, creemos que también podemos perder la capacidad de controlar bien los mecanismos de deglución, que son muy complejos. Por eso pensamos que un elemento que podría justificar esta elevada frecuencia de disfagia al ingreso es la afectación de una vía que conduce la sensibilidad de la orofaringe hasta el cerebro”.

 

 

Cuando la disfagia no es tratada correctamente se corre riesgo de desnutrición, deshidratación, atragantamientos, neumonías por aspiración o incluso la muerte.

Por todo ello es importante detectar a tiempo estas dificultades y tratarlas de forma óptima de la mano de un profesional especializado en ello, el Logopeda.

 

Debemos estar atentos a los síntomas o signos de alarma
Atragantamiento o tos durante o después de las comidas

Babeo

Cambios de voz después de tragar

Pérdida de peso

Presencia de residuos en la cavidad bucal

Deglución fraccionada

Fiebre o respiraciones respiratorias recurrentes

 

Una vez diagnosticada la disfagia a través de pruebas específicas, el logopeda especialista, junto al nutricionista, llevaran a cabo una rehabilitación donde se buscará una triple adaptación de los alimentos: textura, contenido nutricional y palatabilidad.
El logopeda, mientras tanto, a través de la terapia miofuncional, realizara ejercicios que tengan por objetivo volver a llevar una dieta lo más normal posible, si las características del paciente lo permiten, dotándole así de una mejor calidad de vida.

En estos casos, se vuelve imprescindible una evaluación de la salud y la higiene bucal para evitar la colonización de patógenos respiratorios de la cavidad oral.

Es importante educar a la familia en este tratamiento, para que ellos mismos en casa puedan adaptar la textura y seguir unas recomendaciones generales.

 

Adaptación de la textura:

 

Líquidos con espesante Néctar: el líquido espesado cae formando un filo hilo. Miel: el líquido espesado cae formando gotas espesas. Puding: el líquido espesado cae formando bloques.
Alimentos solidos Dieta de fácil masticación: alimentos blandos y jugosos que pueden partirse con un tenedor. Dieta blanda mecánica: requieren ser mínimamente masticados y pueden ser fácilmente chafados con un tenedor. Dieta triturada: puré homogéneo sin grumos, no necesita masticación.

 

 Alimentos de riesgo:

 

  • Dobles texturas: sopas, arroz con leche, leche con cereales…
  • Alimentos que resbalen: mejillones, uvas, guisantes….
  • Alimentos que se desmenucen o fragmenten: tostadas, quesos secos, galletas de hojaldre…
  • Alimentos que se peguen al paladar: caramelos, bollería…
  • Alimentos que suelten agua o jugo al morder: frutas tipo naranja….

 

Recomendaciones:

 

  • Encontrar un entorno sin distracciones y
  • No utilizar nunca pajitas ni jeringas.
  • Sentarse lo más erguido posible colocando la barbilla ligeramente hacia abajo.
  • Comer pequeñas cantidades y no meter el siguiente fragmento hasta haber tragado el anterior, dando el tiempo necesario para formar el bolo alimenticio y tragar de forma eficaz y segura; sin embargo, no se deben emplear más de 40 minutospara que la persona que está comiendo no se canse. SIN PRISA, PERO SIN PAUSA.
  • Permanecer en una posición erguida durante 30 minutos después de comer.
  • Tener una buena higiene bucal antes y después de las comidas.
  • Seguir una dieta variada, que aporte el requerimiento energético y nutricional adecuado a cada persona.
  • Al igual que hacemos ejercicio para fortalecer los músculos del cuerpo, también deberíamos hacer “gimnasia facial”, que nos ayude a fortalecer y/o a recuperar masa muscular, ya no solo como tratamiento cuando ya se padece alguna alteración, sino también como prevención.

 

Beatriz Valencia González: Logopeda del centro de día San Juan.

 

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