“Te da miedo comer, te da miedo beber… ¿Y si no sé toser con suficiente fuerza?, ¿Qué hago si me atraganto y no hay nadie a mi lado que sepa evitarlo? Además del rato de estar tosiendo delante de la gente…ya no recuerdo el último día sin discutir con mis familiares, me obligan a comer sin tener la empatía de todo lo que a mí me supone. Estoy perdiendo mi vida social, quedar con la gente casi siempre conlleva reuniones en las que haya comida o bebida, e intento evadir esos planes”.

Fue uno de los argumentos que me explicaba un paciente con disfagia hace unos años y que te hace darte cuenta, de que lo que nosotros vemos desde fuera, solo es una parte de lo que esta patología conlleva.

¿Qué es la disfagia?

Se trata de un trastorno de la capacidad deglutoria, afectando a cualquiera de las fases de ese proceso, tanto para nutrientes de cualquier existencia y textura, como para las secreciones endógenas de la propia persona (saliva), que puede estar asociada a otros síntomas y ser signo subyacente de otras patologías.

Clasificación de la disfagia

Una de las clasificaciones más utilizada, tanto en la clínica como en la literatura, se realiza en función a la fase afectada:

  • Disfagia orofaríngea: Aquella en la que aparece alterada la fase oral (tanto de preparación del alimento, como la de transporte, y/o la fase faríngea), dificultando el paso del bolo alimenticio y la protección de la vía aérea por compromiso de la orofaringe, laringe o del esfínter esofágico superior.
  • Disfagia esofágica: que supone la afectación de la fase esofágica, ya sea por causas mecánicas, orgánicas u obstructivas. Es la fase encargada del transporte del alimento desde el esfínter esofágico superior hacia el esfínter esofágico inferior, dificultando la introducción del bolo en el estómago.

Otras clasificaciones:

En función de Tipos
La topografía. 1.       Alta.

2.       Media.

3.       Baja.

Del tipo de alimento con el que aparezcan complicaciones en la deglución. 4.       Disfagia a sólidos.

5.       Disfagia a líquidos.

6.       Disfagia absoluta, total o mixta.

7.       Paradójica o caprichosa (relacionada con trastornos psicoemocionales o malas experiencias previas).

La etiología. 1.       Disfagia orgánica.

2.       Disfagia neurógena.

3.       Disfagia iatrogénica o farmacológica.

4.       Presbifagia.

5.       Disfagia sarcopénica.

6.       Disfagia funcional.

La evolución clínica. 1.       Progresiva.

2.       Estacionaria.

3.       Periódica.

La calidad de la deglución y la necesidad de ofrecer terapia. (Campora y Faldutti, 2004) 1.       Normal

2.       Leve

3.       Moderada

4.       Moderadamente aguda

5.       Aguda

Functional Oral Intake Scale (FOIS). Escala funcional para la ingesta oral. Extraída y modificada de Tobar, 2016. 1.       Dependencia de vía alternativa de alimentación. Del nivel 1 al nivel 3, siendo el 1 cero de alimentación por vía oral.

2.       Ingesta por vía oral. Del nivel 4 al 7. Ampliando de forma creciente los tipos de consistencia que admite.

Principales síntomas de alerta de la disfagia

Ante la presencia de cualquiera de los signos que se van a mencionar, se debe considerar la posibilidad de consultar a un especialista, que se encargara de realizar una exhaustiva exploración del proceso deglutorio.

  • Proceso de deglución o masticación muy lenta, con residuos de alimento en la boca y/o salida de restos de alimentos por la nariz.
  • Sensación frecuente de atasco en la garganta.
  • Necesidad de tragar varias veces.
  • Carraspeo continuo o frecuente.
  • Voz húmeda.
  • Tos y atragantamientos durante o después de la deglución.
  • Molestia o dolor al tragar.
  • Ausencia de reflejo de tos.
  • Picos febriles de origen desconocido.
  • Pérdida de peso sin causa aparente.
  • Infecciones respiratorias de repetición sin causa aparente.
  • Afectación del reflejo nauseoso.

A partir de ellos es posible tomar las primeras precauciones y orientar a la persona hacia valoraciones que determinen la presencia o no del trastorno.

Posibles causas de la disfagia

En cuanto a la etiología que provocan trastornos en el proceso deglutorio en el adulto, los más frecuente son:

  • Trastornos neurológicos.
  • Trastornos en las funciones superiores.
  • Afecciones de la esfera orofaríngea.
  • Déficits relacionados con el envejecimiento de las estructuras y la morbilidad asociada a la edad.

La agrupación que se emplea más habitualmente divide las causas en origen estructural (mecánicas u obstructivas) y de origen neuromiogénico (funcionales o motoras).

Las causas de origen estructural incluyen:

  • Tumores de cabeza, cuello y esófago, tanto por la presencia del tumor que produce compresión y/o obstrucción, como por su resección quirúrgica y tratamiento de radioterapia que pueda alterar los mecanismos de deglución.
  • Cirugías y trasplantes cardiotorácicos y abdominales o patologías pulmonares u obstructivas y restrictivas que puedan dar lugar a incoordinación deglución-respiración. Y reducción de la eficacia tusígena.
  • Traqueostomías, por el efecto de anclaje en la movilidad laringofaringea, perdida de la permeabilidad aérea y desensibilización de la zona glótica y subglótica.
  • Intubaciones prolongadas, la intubación de más de 24 horas genera congelación muscular por inactividad y en consecuencia dificultad para la adecuada elevación laringotraqueal, estenosis, inflamación o aparición de lesiones en las mucosas.
  • Alteraciones maxilofaciales congénitas no resueltas o con secuelas, como anomalías linguales, mandibulares y hendidura labio palatina.
  • Patología cervical, sobre todo, la aparición de osteofitos cervicales anteriores que comprimen la laringe y el esófago, aumentan el riesgo de disfagia y comprometen la vía aérea.

Las causas neuromiologicas pueden clasificarse en:

  • Causas neurogénicas: enfermedades neurológicas congénitas, las asociadas al envejecimiento (demencia), ACV, TCE, patologías neuromusculares y neurodegenarativas (ELA, EM, enfermedad de Huntington..)
  • Causas miogénicas (Miastenia gravis)
  • Causas metabólicas y endocrinas (diabetes mellitus, hipertiroidismo)
  • Causas autoinmunes (síndrome de Guillain-Barre.
  • Consumo continuado de cierto tipo de medicamentos, especialmente los anticolinérgicos, anticonvulsivos, antipsicóticos, antidepresivos, neurolépticos, sedantes e hipnóticos, que producen efectos secundarios en la mucosa y motilidad faringoesfágica.

La presbifagia, que es un tipo de disfagia que encontramos con gran incidencia hoy en día en nuestros mayores, reuniría a los dos tipos de clasificación, ya que engloba cambios estructurales, sensoriales y motores propios del envejecimiento.

Adaptaciones específicas

Una vez diagnosticada la disfagia se pueden realizar ejercicios con el objetivo de volver a llevar una dieta lo más normal posible. El logopeda y el nutricionista llevaran a cabo una rehabilitación donde se buscará una triple adaptación de los alimentos: textura, contenido nutricional y palatabilidad.

Las adaptaciones de textura se realizan en función a la clasificación del tipo de alimento con los que aparecen las complicaciones:

Si la disfagia es a líquidos, se hará uso del espesante, escogiendo la textura idónea para el paciente, la cual podría ser:

  • Tipo néctar: el líquido espesado cae formando un hilo fino.
  • Tipo miel: el líquido espesado cae formando gotas espesas.
  • Tipo pudin: El líquido espesado cae formando bloques.

Si la disfagia es a sólidos se podrán pautar tres tipos de dietas, en función de la severidad de las alteraciones:

  • Dieta de fácil masticación: alimentos blandos y jugosos que pueden partirse con un tenedor.
  • Dieta blanda mecánica: requieren ser mínimamente masticados y pueden ser fácilmente aplastados con un tenedor.
  • Dieta triturada: puré homogéneo sin grumos, no necesita masticación.

Beatriz Valencia – Logopeda del Centro de Día San Juan (Valladolid)


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